Quiero despertar.
Es fácil perderse en un sueño así, casi anestésico, que me mantiene dormitando de día y de noche.
Y de día, frente a una ventana se resume el tiempo, y las horas y minutos ya no lo son, sino unos instantes que se desvanecen y no vuelven, hasta el día siguiente.
En el oscuro silencioso solo pasan sombras, pedacitos de luz fluorescente que huyen y se esconden.
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