Los días pasan rápido.
Pasa un día y en mi cara hay una línea desconocida que me amenaza, haciédose más profunda según el tiempo pasa.
Pasa un año y mis ojos adquieren una nueva expresión, de la que no me percato hasta que un día presto atención a la persona frente al espejo.
Pasa otro día y decido mirar atrás. No soy la misma persona que era hace 10 años, pero reconozco algo de ella en mí.
Pasa mi vida y yo sigo aquí, aunque por cuanto tiempo no lo sé.